María Cristina Strasser
Lic. en Comunicación Social
A continuación, una de las crónicas etnográficas que se realizaron en la investigación académica que buscó racionalizar el proceso comunicacional que subyace en el fenómeno de conversión religiosa que realizan los misioneros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (IJSUD) en la ciudad de Comodoro Rivadavia.
Septiembre 2009
Segundo encuentro
Nuestro segundo encuentro fue a las 19:00h. Nuevamente el presidente Ávila nos recibió cordialmente en uno de los salones de la estaca de Viamonte y Maipú. El lugar, semejante a un aula o espacio de reuniones, se caracterizaba por una buena iluminación, con largas mesas blancas, sillas plegables acolchonadas marrones y un gran pizarrón magnético en una de las paredes. Nos sentamos y desde la ventana de la puerta divisamos dos jóvenes sonrientes que ingresaron al salón y cálidamente con un apretón de manos se presentaron como los misioneros Elder Stevens y Elder Zeledon[1].
Ambos eran norteamericanos. El primero procedente de Salt Lake tenía cabello rubio, corte militar y enormes ojos celestes. El segundo, de Washington DC, era de tez morena, cabello negro ondulado y ojos verdes. Ambos jóvenes medían entre 1,70 y 1,80 de estatura y estaban vestidos con impecables trajes negros, con distintivos en la solapa, camisa blanca, corbata e impecables zapatos negros.
Con mi coequiper nos miramos, cómplices… ahora más que nunca tendríamos que afilar nuestros dientes y uñas de investigadoras, para sacar a relucir nuestra objetividad y racionalidad científica para no distraernos con los atractivos de esas dos criaturas. Más aún, tuvimos que reforzar nuestra atención cuando oímos que sus armoniosas voces emitían un español con un marcado acento inglés americano con el que cometían toda clase de errores verbales, ya que olvidaban la traducción de algunos términos al español.

Sin embargo, más allá de la barrera idiomática, las siguientes horas se encargaron de ilustrarnos resumidamente sobre la misión y su labor como misioneros. Iniciamos con el presidente la conversación sobre cuestiones organizacionales, en las cuales destacó las acciones de apertura y servicio a la comunidad, en especial en el en el mes de septiembre cuando prestan ayuda por medio de donaciones para refaccionar escuelas, hogares de ancianos, entre otros edificios y el mes de noviembre en el que se dona sangre. Particularmente aclaró que esos hechos, además de otras acciones que lleva a cabo la Iglesia, no ocupan espacio en la agenda de los medios locales, pero circula como información interna dentro de la organización gracias a los miembros y representantes de asuntos públicos, quienes documentan a través de fotografías y mandan mails reportando la información a las jerarquías en Buenos Aires.
Entorno a la idea de comunicación, visibilidad y educación hablamos de las instituciones educativas que forman parte de la Iglesia. Este tema nos llevó a preguntar sobre la bibliografía[2] que observamos los misioneros cargaban en sus morrales de color negro. Nos explicaron entre los que los distribuyen de forma gratuita y que antes de ser impresos en talleres, pasan por las manos de la 1º presidencia, además de un cuerpo de profesores y personal especializado. Su discurso enfoca en ayudar a que cada miembro desarrolle un testimonio de fe en Jesucristo y en las escrituras “para cumplir los mandamientos, fortalecer la familia y buscar la felicidad… Una ciudad donde haya más miembros activos y guardando los mandamientos, será una ciudad más pujante”, afirmó el presidente Ávila.
Mientras continuaba prendido nuestro reproductor de mp3 registrando toda nuestra conversación, miramos el reloj y decidimos adentrarnos en el cuestionario guía para conseguir más información sobre el trabajo misional y así ir volcando notas en nuestros cuadernos de campo. En primer lugar hablamos de sus deseos de salir del hogar para misionar. Elder Stevens nos explicó que se les inculca desde pequeños la cultura del ahorro para que llegados los 18-19 años puedan destinarlos en la misión. En el caso de este último, esas ideas provenían de su familia, ya que nació dentro de la Iglesia. Sus abuelos eran miembros, su padre y su hermano fueron misioneros y por ende el quiso seguir esos pasos…. “Estuve hablando mucho con mi obispo y mi presidente. Me indicaron que le orara a Dios para saber si era lo que necesitaba en mi vida, porque a esa edad (19 años) uno quiere estudiar, divertirse… Oré y sentí que tenía que salir, había algo que podía aprender y no era dentro de casa”. Elder Zeledon tímidamente nos dijo “creemos como misioneros que Dios nos llama para que nos ayuden a perfeccionarnos”.
Una vez que el profeta sus apóstoles oran y designan a qué parte del mundo tienen que ir, empiezan la misión. Los dos misioneros sostuvieron que no tienen restricciones. Por decisión propia quieren vivir el Evangelio y mantenerse fuera de ciertas cosas. “Tenemos reglas, un libro, un manual de los que debemos hacer como misioneros. Lo más básico es que siempre tenemos que estar juntos, nunca estar a solas con nadie”…“Yo recibí mi llamamiento el 10 de julio a las 10 de la mañana. Se me indicó que las 8:00 del 19 de septiembre tenía que estar en el CCM”, afirmó Elder Stevens.
Una vez que salen del CCM para ir a la ciudad o pueblo que se les asigna, los Elderes ponen en práctica su manual día a día, cuando salen a enseñan y a predicar el Evangelio a todas las personas que se encuentren dispuestas a escucharlos. Su objetivo es invitar a las personas a la Iglesia, con el fin de que reciban el Evangelio orando mediante la fe en Jesucristo a través de la expiación, el arrepentimiento, el bautismo y la recepción del Espíritu Santo. Ellos consideran que están aquí porque el Señor prometió que iba a dejar la paz que necesitan los seres humanos; por lo que predican que la única manera de encontrar dicha paz, es “encontrarse personalmente con el Señor, bautizarse y empezar este camino”.
En base a esta información, les pedimos que nos describieran como era un día típico de su vida como misionero. Entre los dos fueron narrándolo cronológicamente, de manera que se pudo evidenciar que se trata de un esquema sumamente rutinario y ordenado. Inicia su día a las 6:30 am, oran, hacen ejercicios por 30 min., se asean[3] y desayunan pan o galletas, cereales con leche o yogurt, cualquiera de estas opciones únicamente acompañadas con té común o alguna infusión de hierbas, ya que no consumen café, mate ni ninguna otra infusión o sustancia estimulante (inclusive las gaseosas colas las tiene restringidas durante la misión).
A las 8:00 estudian individualmente las escrituras, el discurso del presidente, la misión y planifican sus enseñanzas en base a las necesidades y cualidades de las personas que están investigando a la Iglesia. A las 9:00 estudian entre compañeros para compartir lo que han aprendido. De 10:00 a 10:30 repasan el idioma del país asignado en el paquete misional que les fue previamente enseñado en el CCM y muchas veces el manejo de ese idioma define su tiempo de estadía en dicho lugar. (Elder Zeledon estuvo allí 3 semanas, en cambio Elder Stevens 2 meses).
El resto del día continúa con el “proselitismo”. Hacen contacto con potenciales fieles para darles lecciones sobre el Evangelio, hablan con personas que encuentran en la calle, acuerdan citas con una familia, ofrecen folletos, muestran láminas de Cristo, y les preguntan si quieren saber más de su mensaje, si alguna vez han pensado en la religión y los beneficios que tiene.

En todo momento se visten de manera formal: traje negro o gris, corbata[4], camisa blanca, zapatos, bolso bandolera azul o negra y una apariencia prolija y aseada: cabello corto, afeitados, uñas cortas y limpias. Ellos consideran que con esa importante vestimenta, demuestran a Dios lo mejor de ellos. Por otra parte, usan garments mormones, prendas interiores de vestir o ropa interior mormona, que usan como un símbolo de los convenios sagrados hechos con Dios. Éste como otros temas, si bien no son prohibidos o censurados a los investigadores, prefieren no ahondar en detalles sobre los mismos porque consideran que son sagrados y que no deben ser discutidos.
De las 12:00 hasta las 15:00 almuerzan, por lo general con miembros de la Iglesia. Al finalizar continúan el proselitismo hasta las 21:00, hora en la que regresan a la pensión. La excepción a esta estructura es el “día libre o de preparación”, también llamado “my day”, que por lo general son los lunes. Sus horarios son más flexibles, se les permite guardar su atuendo formal para vestirse de manera más cómoda (jeans, zapatillas, joggings, etcétera). Durante ese día mandan a lavar la ropa, salen a comparar lo que van a necesitar durante la semana y realizan actividades recreativas. También escriben a sus familiares cercanos, ya que no pueden tener contacto/comunicación con novias/os, amistades, ni con nada que los distraiga de su misión. Cabe destacar que sus actividades se enmarcan en un presupuesto monetario de $300 mensuales[5] por misionero, que son extraídos del Fondo Común de Ahorros de Misioneros.
Una vez que nos terminaron de describir su día, volvimos a retomar el concepto de proselitismo y su manera de trabajar. Elder Zeledon nos explicó que cada Elder tiene diferentes formas y depende de la misión y sus compañeros. “Algunos trabajan a través del designio del Espíritu y otro con el “área chica” en la que hacemos una sesión de planificación la noche anterior y a la mañana siguiente golpean puertas de esa área.”
Elder Stevens nos brindó su testimonio sobre su trabajo en el Barrio Centro: “siempre oramos, ya que es un barrio bastante grande. Elegimos áreas chicas dentro del mismo porque creemos que es más eficaz. Si tenemos una casa aquí y otra allá perdemos mucho tiempo. Oramos y pedimos a Dios porque creemos está preparando a la gente.Él trabaja con personas que van pasando pruebas en la vida y luego se preguntan ¿Qué está pasando? Y queremos llegar a hablar con ellas, ya que están buscando la verdad. Por ende oramos para saber dónde están y así llegar a ellas para sentir a dónde debemos ir a trabajar.
El presiente también nos comentó que los miembros de la Iglesia ayudan con la predicación. “Si los Elderes tuvieran que resumir su trabajo a ir a golpear puertas, la obra misional no crecería tanto. Ésta crece porque trabajamos en conjunto, cuando yo le presento un amigo a los misioneros, un familiar o alguien que quiere escuchar. El Señor prepara los corazones de las personas como ahora y se arman cadenas. Ellos se nutren de eso… Mi vida cambió desde que escuché a los misioneros, como les conté en el primer encuentro.”
Nos resultaba muy curioso que en estas épocas en las cuales se convive con tanta inseguridad, miedo y paranoia, hubiera gente dispuesta a escucharlos y abrirles las puertas de su hogar, por lo que les preguntamos cómo era su relación con los demás en términos de recepción. Elder Stevens nos dijo “cuando empecé hace 2 años no sentí que hubieran tantos problemas, pero ahora la gente es más cuidadosa y no quieren dejar pasar extranjeros a sus casa. Elder Zeledón agregó “A veces las personas nos ven con nuestro trajes y piensan que somos vendedores o espías de la CIA. Hay personas que inclusive creen que portamos micrófonos o que nuestra identificación posee una cámara. Sin embargo cuando nos permiten ingresar a sus hogares es más personal, ya no nos ven de esa manera, sino como sus amigos. Por eso a veces la mejor manera para nosotros es conocerlos en la calle y que ellos nos inviten a su casa… La mayoría de la gente nos trata bien, aunque hay quienes no nos entienden, son groseros y nos trata mal.
El presidente nos dijo “Jesucristo la llamo la red del Evangelio. Es como una red que se tira al mar, cuando se la recoge, vienen diferentes tipos de peces. Lo mismo sucede con el Evangelio. Los misioneros salen y enseñan a todas las personas, hay quienes van a aceptarlos otros que no, pero el Evangelio está disponible para todos”…
“Como misionero encontramos de todas clases. Creemos que hay muchas personas que están buscando respuestas en sus vidas… de dónde venimos, qué va a pasar después de la muerte… otras están buscando paz, alegría o una familia buena y a veces encontramos a personas que ni siquiera estaban buscando.”
Continuamos hablando sobre su relación con la gente y les pedimos que nos brindaran un perfil de las personas que se acercan a la Iglesia: los misioneros y el presidente comenzaron a enumerar: “clase media, otros humildes de escasos recursos, gente con estudios, se han bautizado algunos profesionales… En Bs. As hay más miembros profesionales. En Comodoro Rivadavia hay algunos. Mayormente es gente de clase media”.
Elder Stevens nos dijo; “como misioneros nuestro objetivo es invitar a las personas a Cristo a fin de que reciban el Evangelio orando mediante la fe en Jesucristo a través de la expiación, el arrepentimiento, el bautismo y la recepción del Espíritu Santo. Como cuando Jesucristo estuvo en la tierra el dijo “mi paz os dejo mi paz os doy”. Nosotros estamos aquí porque estamos viviendo en un mundo bastante difícil y el Señor nos prometió que nos iba a dejar la paz que necesitamos, entonces predicamos que la única manera de hallarla es encontrándose personalmente con el Señor, recibiendo el bautismo y empezando este camino. No hay personas que sepan más que los miembros”, agregó el presidente.

En un momento la conversación dio un giro: el presidente nos preguntó qué estábamos sintiendo en base a esta experiencia. Con mi compañera Paula afirmamos que alegría y gratificación por ser bien recibidas y atendidas, por obtener lo que estábamos precisando para nuestro trabajo… Fue entonces cuando el Presidente nos explicó “Las personas dicen que después de estar con los misioneros lo que han sentido fue algo muy especial, paz… La paz de Cristo es una paz especial, perdura, la podemos sentir. Quizás no sabemos qué es eso. Si no sos miembro capaz sentiste alegría y no supiste interpretarla como paz, porque la paz se ve reflejada en ese sentimiento.
Elder Stevens nos dijo “Como misioneros sabemos que esas personas sienten la paz y no saben lo que es, entonces lo invitamos a comprometerse, a hacer ciertas cosas para que ellos puedan experimentar por si mismos si esa paz viene de hablar de Jesús automáticamente o de otra cosa. Por eso dejamos las páginas del libro del Mormón para que usen su albedrío, la libertad de elegir y se acerquen a Cristo. Que tomen en su propio tiempo la decisión de acercarse porque ahí viene el Espíritu”.
Finalmente les pedimos a los tres que nos hablaran de su estructura jerárquica, de su organigrama y principalmente de su división de trabajo en áreas, tema que tratamos someramente en el primer encuentro con el presidente, y completamos posteriormente con bibliografía junto a un plano que Elder Zeledón[6] nos dibujó y explicó: “Nos dividimos por distritos, estamos localizados en el centro, que es un grupos de áreas. Nosotros estamos en área Centro. Está el área Roca y 9 de julio, San Martín, Constituyente (Rada Tilly entra dentro de ésta), La Prensa, Máximo Abásolo, Zona Norte (los kilómetros), Palazzo y Sarmiento. Nosotros nos reunimos y agrupamos por compañeros, Elder 1 y 2, hermana 1 y 2 (hay un Elder que domina, es el compañero mayor ya que lleva más tiempo misionando). Ellos se reportan bajo los líderes de distrito, que son también Elder 1 y 2. A su vez dependen de cuantos distritos haya en la zona. Somos un conjunto formado por Roca, Centro y Constituyente, Máximo Abásolo. La Prensa y San Martín son otro”.
En el momento que realizamos la investigación el líder de distrito era Constituyente, pero cambia dependiendo de quién es el Elder que ellos eligen. El líder de distrito reporta debajo del líder de zona (mencionaron a los Elderes Grenko y Stevens), ellos son de 9 de julio que siempre es el líder de zona. Ellos no pertenecen a ningún distrito porque viajan para controlar cómo están los misioneros. Hay 2 líderes de distrito y dependen de de la cantidad de zonas de la misión.
Luego de esta explicación terminamos la reunión con una oración nuevamente brindada por el presidente y acordamos que nos reuniríamos para tomar la segunda lección (que en realidad sería la 1°) el día viernes a las 20:00h.
[1] Ver anexo: 6) “Identificaciones: Elder Zeledon”.
[2] Ejemplares del Libro del Mormón, folletos, láminas…
[3] Siempre tiene que tener estar limpios, con ropa sobria y discreta, perfumados, afeitados, con uñas y cabellos cortos.
[4] Una de sus costumbres, como símbolo de amistad y camaradería, es regalarse las corbatas entre compañeros, principalmente cuando alguno es transferido o cuando bien finaliza su misión. Un rasgo característico es que estas llevan la firma del dueño anterior (ver fotografía).
[5] Cifras 2009.
[6] Ver anexo 30) Gráfico de la estructura de la Iglesia y 31) Gráficos de los barrios de Comodoro Rivadavia donde realizan la misión.