Sergio Pravaz es poeta, editor y periodista. Vive en Rawson, Chubut (Argentina). Fue corresponsal en Cuba (1998/2000) y en México (2011/2016) entrevistando a diversas personalidades de la cultura de esos países. Su poesía circula en diversas antologías, tanto en nuestro país como en el extranjero. Ha editado nueve libros de poesía y dos de crónicas: “Calimba” (1997). “Los héroes de la esquina” (2000). “ContrArmonía” (2003). “El mar de los poetas” (Plaqueta 2006). “Sueño de tomón” (2006). “Papeles de la mirada” (2010, crónicas). “El gallo rojo” (2012). “El guitarrista no sabía música” (2013). “Cantata de los dos puentes” (Plaqueta 2015). “El tumbador de árboles” (2015, crónicas). “Luna de invierno” (2017). También ha escrito teatro y diversos ensayos. En Cuba, México y Chile presentó sus libros y leyó su poesía invitado por diversas instituciones. Ha publicado más de 300 artículos y notas periodísticas sobre arte, cultura, literatura y poesía en publicaciones regionales y del extranjero.
saltar a ninguna parte
el poema no tiene cielo
como no tiene fondo ni altura para
saltar a ninguna parte
apenas si soporta el peso del mundo
vaya uno a saber cómo
está al corriente
de todas las novedades
pero los que valen
parecen puños
en la galaxia equivocada
dice firme en un tráfico de palabras
que no serán absueltas
es capaz de hurgar
en el orificio de la
cabeza de trotsky
hasta hallar esa flor de tamarisco
que aún respira
suele despreciar la rapidez
y sólo apuesta fuerte
cuando el viento se agota
y se retira
sí
el poema no tiene cielo
pero sus mandíbulas
agitan la morosidad en esta comarca
acaricia la muerte y la vida
con la misma mano
duerme en ese umbral con los ojos abiertos
que más
soy muchos y no soy ninguno
aun así mis sueños son
largos y no carecen de vigor
pienso que no me sienta mal
andar desprovisto de certezas
oler toda la bruma junta
soltar las almas que brillan
para que busquen
el sombrero de vallejo
o tal vez besarle el rostro a la tristeza
y que intente de una buena vez una sonrisa
¿disponer de un sitio
donde no quepan los panes
mal repartidos?
¿morir cada día
para alumbrar tus ojos
en la mañana?
pretender ser tantos
y al final encontrarme
con este que me habita
insisto
no me sienta mal
andar desprovisto de certezas
uno escribe que sueña
y apura unos pocos
poemas para mirar firme
que más…
cuando anochezca
todos estamos solos
en la esquina de nuestra tierra
vale juntarse/
colectivizar el alma/
mirar el mismo peldaño
y hablarle a la lluvia
para que nos moje a tiempo
cuando anochezca
no habrá penas que rechacen el alba
en el sur
¿pero si me abren el corazón padre?
seguro que sólo encontrarán palabras
las que callan para obtener
el favor de ese otro
que soy todo el tiempo
rara alternativa de meter manos
como quién hurga
en un desierto y
ubica un oído una madera un viaje
o tal vez esa ventana
para mirar el mar en cangrejales
y regresar encendido
¿pero dónde habita ese vértigo?
ese precario sitio de la victoria
más prodigioso
que la mirada de rimbaud
¿dónde el desatino
cuya carpa es invulnerable?
más allá de la piedad y
los peces atrapados
de la emoción que promueve
al corazón para que aprenda
¿dónde hay un puñado de ese hechizo?
en el sur padre…
en el sur
sabores
las palabras disiparon el silencio
obtuvieron un triunfo
con rostro de memoria
sólo resta que el sabor
permanezca en nuestros ojos
es un aroma ese deseo
destila inmortalidad entre sueños
tal vez sea cierta
aquella posibilidad
de abonar este desierto
donde cada letra
brota sin agua
la mezcla
era sensible
y fuerte
con árboles en las manos
y mucho mar caminándole la entraña
en la meseta fue como lawrence
buscó su voz
y eligió cushamen
morada sólo habitada
por libros/un poco de tabaco
y ese efecto solidario que empuja
a la mezcla
todavía está/
con los sueños intactos
el sur
no conocí tu canto hasta
bien entrado el orgasmo de la luna
pero la piedra dice
el viento lleva
y los álamos filtran
un dejo de tu aroma
es la tierra que vibra entre tus fauces
son palabras que braman
hasta agotar
ese gesto de olores nuevos
aquella posibilidad
de cambiar la sombra
y obtener esa llave que ilumina entre las bardas
algo así
un ladrillo de la esma
es algo así
como la estupidez en bancarrota
sólo cuando la memoria hincha sus pulmones
le duele a dios
una costilla
de tanto que dejó hacer
tal vez se entretuvo
con los dados de einstein/
mal jugador
el que ignora la marca del tahúr
oler el bosque
para qué hablar de canciones
intentar la
razón bajo la lluvia
o pretender ese deseo
caído en la avenida
¿nombrar los nombres otra vez?
¿aquellos rostros
que nos cortan la mirada?
oler el bosque y su batalla…
tal vez ahí descansen
esos huesos que nos buscan
al final
voy al centro
de ese bosque que me habita
sólo quiero escuchar
las uñas de mi pensamiento
el sabor de una mirada distinta
un pájaro frotándose en la rama…
ese barco que me saca de mi
y me suelta
al final de la hojarasca
a despalabrar
el salto de dios
se hizo escarcha
para detener la lengua
que amenaza al musgo y la nube
a despalabrar urgente
que en el gran caldero
se hunde
la chicharra junto al mono
hay que motivarlo a dios
robarle la pereza para que no se duerma
picarle los ojos para que estalle y
lance futuro y palabras
rostros nuevos y halcones con poemas
martillos y ángeles
para dibujar el asombro
la tentación de regresar
hacia delante
y aparear el corazón sin detenernos
en colectivo a comodoro
a veces el tacto duele
de sólo imaginar tanta belleza
la vi ahí
esplendorosa entre
las matas y el pedregullo
saltando cañadones
barriendo los arroyos
andaba la tarde estallada
buscando más espacio
es un mantel arrojado para el disfrute
una nada aparente que es todo
y también ese rumor que supo
del diluvio
y sigue ahí
pegadita a la ventanilla del colectivo
para que mis ojos pulan la memoria
mientras dios pierde el tiempo
en algún menester oscuro
la ruta se convierte en una gitana
que estira sus medias
como un idioma sin huesos
esta boca abierta en la meseta
es un océano
golpea contra los paredones
que abrigan unas cholgas allá en lo alto
donde el colibrí no llega
no hay árboles en esta tierra
sus raíces se fueron con el mar
no hay espacio para el odio
a través de esta ventanilla
paco urondo
él tomó una palabra
la acarició como a mujer
con un paño le sacó brillo
la miró como se
mira el sueño más querido
y supo que los sueños
jamás se equivocan
le avisaron de la herejía del olvido
le miró la cara
como quien mira
una soledad en la memoria
una ausencia de fe
descubrió que las lecciones aprendidas
no valen sin las tareas completadas
imaginó entonces un filo de toledo
sobre la garganta del torpe
y el torpe siguió su camino
no importa se dijo:
la belleza de la palabra
alumbra más
trae un mundo entre los ojos
y dice futuro en los lugares
donde nadie llega
dice para saber que
jamás nacemos
que la muerte no es real
que siempre estamos regresando
la palabra como la belleza
es un objeto sin dueño
tal vez acune todo aquello que no
somos capaces de nombrar